Cuando se utiliza el espacio urbano como lienzo o soporte para la expresión, la manifestación, la crítica y la denuncia, los receptores se multiplican. Peatones y transeúntes de diversas edades e ideologías se convierten en espectadores de intervenciones que plantean un nexo entre arte y activismo, apropiándose de la ciudad y utilizando sus calles, muros, aceras y medianeras como soporte gráfico para la comunicación de ideas y la difusión de mensajes a gran escala. Dicen que alguna vez Banksy declaró que “una pared es un arma muy grande, es una de las cosas más desagradables con las que puedes golpear a alguien” y no fueron pocos los que siguieron su línea de acción y encontraron en los rincones de sus ciudades una oportunidad para alzar su voz.
Con técnicas gráficas de representación muy variadas que van desde el graffiti, la pintura, el estarcido, la fijación de afiches, e incluso la proyección de imágenes con medios digitales, los artistas, activistas y manifestantes utilizan el arte como una herramienta de denuncia para transformar las áreas libres de sus ciudades en superficies portadoras de mensajes. Así, todos los elementos que definen el espacio público como las veredas, los carteles de publicidad, las medianeras e incluso las fachadas de los edificios se convierten en un potencial espacio de expresión ciudadana.
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En términos de arte urbano, las intervenciones en el espacio público se vieron notablemente potenciadas durante el boom del aerosol -que se dio en varias ciudades a finales de los años 80-. Luego de este estallido varios artistas, impulsados por el descontento social, escaparon de utilizar este recurso para dejar su marca en la ciudad mediante un tag e involucraron sus ideales para expresar cuestiones sobre la moral, la política o la injusticia. Uno de ellos fue Banksy que, con obras como PARKING (2010), ejemplifica como una imagen puede ser increíblemente contundente en su mensaje. Allí, el artista interviene un predio de estacionamiento en Los Ángeles sugiriendo, con un simple juego de palabras, la transformación del espacio asfaltado en un parque de juegos.
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Resignificando estas herramientas de protesta, en el marco de las movilizaciones ciudadanas que se dieron a fines del 2019 en Chile, estudiantes de arquitectura llevaron el recurso gráfico a otro nivel para denunciar el mercado inmobiliario y concientizar sobre la necesidad de acceso a un habitar digno. Así, a través de un dibujo a escala 1:1, representaron en los pisos de Plaza Italia los departamentos de 17m² que el mercado comercializa a altos precios, permitiendo no solo visualizar la realidad -a la que se enfrentan aquellos que desean adquirir viviendas- sino también habilitando la interacción de los peatones con los planos de medidas reales y permitiendo una compresión más profunda de lo que esas dimensiones significan.
Desde el ágora griega y el foro romano, los hombres y mujeres se han reunido para debatir, conversar y difundir sus ideas. Con el pasar del tiempo estas prácticas han mutado pero los espacios públicos siguen siendo vistos como zonas habilitadas para el intercambio y la protesta, así como el arte y la cultura gráfica se posicionan cada vez más como una poderosa herramienta para la manifestación y la transformación política. Ambas nociones combinadas arrojan luz sobre como la expresión social, la difusión y la construcción de identidad colectiva pueden canalizarse en nuestras calles nutriéndose de la ciudad para amplificar su mensaje.
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